DIARIO de un monitor DE CINE con niños

DIARIO de un monitor DE CINE con niños

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Diario de un monitor de cine:

Las primeras sorpresas de juntar cine y niños.

Cuando empecé en Menudapeli, me di cuenta de lo diferente que era aquello a todo lo que había hecho antes como monitor. Antes de pasar a la acción, de hacer mi primer cumple o dar mi primera clase extraescolar, empecé a darle vueltas a eso tan curioso de llevar el cine a las aulas para enseñárselo a los más pequeños ¡No solo parecía muy divertido, sino también muy educativo! Hacer pelis para potenciar su creatividad, su capacidad de contar historias y su habilidad para trabajar en equipo usando la tecnología para algo artístico como el séptimo arte.

Yo ya sabía que para enseñar a un niño o a una niña (especialmente después de salir del cole, o en el día de su cumpleaños) había que jugar con él o ella. Estaba dispuesto a jugar como el que más, haciendo planos en movimiento, persecuciones, efectos especiales, planos aberrantes y un sinfín de cosas más. Pero, cuál fue mi sorpresa al darme cuenta de que para jugar a hacer cine con un niño primero tienes que entrar en su imaginación, donde cabe todo, y enseñarle que, para pasar de ese mundo imaginario a una pantalla, tenemos que pasar un rato siguiendo unas normas, muy concentrados y trabajando juntos para que nuestra peli sea lo más parecida posible a lo que hay en nuestra cabeza. No olvidemos que el mismísimo Hitchcock, uno de los padres del cine, aconsejaba: “Nunca ruedes con niños ni con animales”.

Pero yo estaba dispuesto a llevarle la contraria al bueno de Alfred con tal de divertirme un rato haciendo cine con los más pequeños y, a ser posible, enseñándoles algo por el camino. Porque, hay que asumirlo, cine y niños puede ser una mezcla explosiva si no lo llevamos con cierta disciplina. Muchas veces la pértiga pesa mucho para unas manos tan pequeñas, o lo que pasa delante de la cámara es tan guay que se olvidan de mirar a la pantalla y acaban grabando 2 minutos de pies y suelos, o estamos rodando escenas de terror y se olvidan de quitarse la sonrisa de la cara porque se lo están pasando bomba, o me prometen que la escena se ve bien y luego no he visto nada más desenfocado en mi vida… Son gajes del oficio, supongo. Pero hay un momento muy especial en el que, después de escribir, de rodar y de editar su peli, la ven terminada y no solo disfrutan de su obra, sino que, si estás atento, puedes escuchar un pequeño “clic” en sus cabezas. Ahí es cuando entienden que su peli mola porque le hemos dedicado tiempo y ganas, e igual no te saben decir que están viendo un plano contrapicado, pero saben que el malo malísimo da miedo y parece poderoso, sin saber por qué. Entienden que merece la pena concentrarse en contar sus historias, en creer y en crear sus mundos imaginarios, y que su esfuerzo se ve detrás de cada plano.

Después de muchos cumples, talleres en días sin cole y cursos con mis pequeños cineastas, sigo disfrutando rodando y viendo nuestras pelis entre risas y aplausos, pero ahora siempre estoy atento por si se oye algún de esos “clic”. Os seguiré contando. 

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